
Oración Clemente Mur
15-10-2025
Oración por las vocaciones a seguir a Jesús
A veces, comprendemos, más que con la mente con el corazón, que el tiempo de Dios no es siempre el tiempo de nuestras expectativas. Es en ese momento cuando brota la urgencia de responder a la sugerencia Jesús de “rogar al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies” y hacemos propia su premura.
La mies no es el inicio, sino la plenitud del fruto maduro; no es la siembra ansiosa, sino la cosecha silenciosa, gozosa, de lo que ya ha sido sembrado por manos invisibles, por otras manos, las de Dios y las de quienes nos han antecedido en la tarea. Esa cosecha —abundante, secreta, lista— no es más que el fruto del amor que ha estado obrando en lo oculto, más allá de nuestros méritos y esfuerzos.
Más que a cargar el peso del mundo, nos invitan a entrar en el gozo del Reino, donde todo está dispuesto, donde el corazón que responde se convierte en canal de consuelo, de paz, de presencia viva para la humanidad abrumada.
La vocación es una respuesta contemplativa más que una tarea específica; es, así mismo, acatar amorosamente un llamado que brota desde la eternidad,
que invita a salir de uno mismo y a descubrir que en el otro también arde la zarza del misterio.
La mies por cosechar amerita corazones que se dejen habitar.
Más que de hacer mucho, se trata de ser en plenitud y vivir anclado en la certeza de que “sabemos de quien nos hemos fiado”.
Señor de la mies,
abre nuestros ojos para reconocer el tiempo de la cosecha y nuestro corazón a estar disponibles al gozo de vivenciar tu llamado, sean cuales sean nuestras condiciones de vida.
Que nuestra disponibilidad reconozca el gozo de compartir la fiesta de tu Reino.
Despierta en nosotros la voluntad de responder generosa y libremente a tu voz, que llama y nos insta a consolar, a acompañar, a sembrar esperanza donde esta falte, aunque nuestros recursos parezcan insuficientes. Danos la confianza de saber en quién nos hemos fiado y la certeza de que provees lo necesario para cada paso que demos.
Señor de la mies
que de ese saber, descubierto en soledad y silencio,
brote la entrega y germine el deseo de responder la invitación de ser.
Que esa certeza nos haga dóciles al Espíritu y reconozcamos dónde germinan sus frutos.
Que nuestras manos no teman ofrecerse,
que nuestra pobreza no sea obstáculo para evidenciar tu presencia.
Llama, Señor, a los que están despiertos en el corazón,
a los que aún no saben que han sido invitados,
a los que buscan sin nombre y aman sin medida.
Soledad Mataluna
Autor fotografia:
Peter Schulz en Unsplash